El listo mira, ante todo, por sus propios interesas.
El inteligente integra sus intereses entre los de su comunidad.
El listo es de regate corto: aquí y ahora.
El inteligente actúa pensando en el corto, en el medio y en el largo plazo.
Para el listo, el fin justifica los medios.
Para los inteligentes solo pone el límite en el respeto a los demás.
El listo solo contrata personas que cree no le harán sombra.
El inteligente contrata a los que cree adecuados para mejorar su empresa.
El listo toma decisiones y deja que las ejecuten otros: si se estrellan es culpa de ellos.
El inteligente viaja con los suyos.
El listo solo juzga los resultados.
El inteligente pone los medios para que mejoren.
El listo gestiona recursos humanos RRHH.
El inteligente trabaja con personas.
El listo es incoherente.
El inteligente es resilente.
El listo actúa bajo el principio: tú pierdes, yo gano.
El inteligente se mueve bajo la óptica del yo gano, tú ganas.
El listo utiliza el miedo como herramienta de gestión.
El inteligente, el respeto.
El listo ve amenazas por todas partes.
El inteligente ve oportunidades constantemente.
El listo impone su razón.
El inteligente entiende las razones de los demás.
Tú, líder: ¿listo o inteligente?
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