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sábado, 16 de junio de 2012

PERSONAS, ORGANIZACIONES Y PERSONAS EN ORGANIZACIONES


La coyuntura es difícil. Las noticias (¿información?) así lo indican. Y ante esta realidad aparente los propietarios de las PYMES inteligentes buscan sumar a su causa a gente que les pueda aportar una visión más clara o una capacidad de actuar de forma que se alivie, mejore o despeje su situación hacia este horizonte mejor y deseable. Lamentablemente en este punto no todos tienen la claridad de raciocinio para que esta inteligente decisión sea verdaderamente acertada. 
Me explico. La primera reacción es contar con el asesor o amigo de confianza de toda la vida. Quién mejor que él estará en disposición de ayudarme, piensa el empresario. Y ni corto ni perezoso vincula a asesor o amigo de toda la vida a su realidad a fin de que pueda aportarle este plus que le permita ver más claro o le permita salir de la situación en la que se encuentra. Primera pregunta: ¿qué hizo o que podía hacer este asesor o amigo de toda la vida para evitar que se encontrara en la situación en que se encuentra hoy el empresario? ¿qué hizo o pudo hacer este amigo a asesor de toda la vida para evitarle el sufrimiento actual?.
Bien: supongamos que hizo lo que pudo (pero no evitó que se encontrara en la situación en que se encuentra el empresario). ¿Qué garantiza que podrá hacer algo que alivie sus dificultades si no lo hizo antes? Y lo que es más claro: ¿qué podrá asegurar que este amigo o asesor pueda seguir prestándole apoyo a lo largo del tiempo si como persona puede cambiar de actividad o por la fragilidad estructural de su organización sucumba, como puede ocurrirle al empresario, por el impacto de la crisis? Seamos coherentes e inteligentes: aquellos que nos han rodeado y que no hicieron o no supieron qué hacer para ayudarnos de forma eficaz a salir de nuestra apurada situación, ¿por cual mágica razón lo van a conseguir a partir de ahora? ¿porqué estos profesionales que llegaron a la consultoría muchas veces desde una experiencia profesional más o menos exitosa no desearán volver a su actividad profesional que desarrollaron durante años? ¿y si sucumben frente a un accidente o un problema de salud serio? ¿dejará que su empresa se resienta por una contingencia de este tipo?
En fin: ¿cómo es posible que un empresario inteligente llegue a confiar el futuro de su empresa o el suyo propio a alguien que hoy está y mañana no se sabe? La respuesta es sencilla: la crisis les afecta de tal forma a los empresarios que llegan a tomar decisiones absurdas o que les paraliza.
Como colofón ahí va una experiencia real: empresario que, ante la visita de un profesional de la consultora de PYMEs de referencia, reconoce que: ¡cómo me hubiera gustado haber contado con su ayuda antes!, justamente ayer presenté concurso de acreedores. Le preguntamos ¿deseaba usted presentar el concurso de acreedores? NO, respondió raudo el empresario. Entonces, ¿porqué lo hizo? No había otra solución, esto es lo que me dijo mi asesor de toda la vida. Le contestamos: y este asesor de toda la vida, ¿qué había hecho antes para evitar que usted tuviera que presentar el concurso de acreedores?
Pues para empezar, le dijimos, debió hacer un diagnósticos adecuado de su situación y con ello, teniendo en cuenta con lo que cuenta y sobre todo, con lo que desea, tomar y ejecutar las medidas necesarias para salir de esta situación. Esto me hubiera gustado, contestó rápido el empresario. Pues aún estamos a tiempo, le decimos. Como el concurso de acreedores lo presentó usted ayer, le vamos a enviar un analista experto y en una semana vamos a preparar un plan de acción que le permita salir de esta situación, si es posble, ¿qué le parece a usted?. ¡Eso es lo que necesito, realmente! Voy a consultarlo con mi asesor, añade. Ante nuestra estupefacción le decimos: ¿va a consultar con su asesor de toda la vida, el mismo que no ha hecho nada para evitar que tuviera que presentar un concurso de acreedores que usted no deseaba, a quien ha pagado 35.000 € para preparar dicho concurso sin haber resuelto su problema como usted deseaba? SI, respondió, es mi asesor de toda la vida y debo consultarlo para ver qué opina. Ante nuestra estupefacción, telefoneó a su asesor de toda la vida,  quien evidentemente le informó que no había nada que hacer y que no invirtiera ni un euro en tratar de salir de una situación imposible. Solo nos quedó estrecharle la mano, y desearle suerte a un cadáver empresarial.
Personas en organizaciones,  no individuos ni amigos, son los que pueden sacarle de su pesadilla. Créame. Por muy buenos que sean estos individuos, NUNCA puede dejar a los avatares que le ocurran a este individuo el acompañamiento para que su empresa siga navegando en el proceloso mar del mercado.